Cualquier convulsión prolongada por 5 minutos o más, debe ser atendida como una urgencia médica. De no ser tratada así, según se explica en el portal médico healthline y con el debido tacto ante la falta de artículos médicos más condenatorios, las consecuencias pueden devenir incluso en un daño cerebral que afecte los procesos cognitivos y la estructura del cerebro.

Dentro de las instalaciones de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, el reloj marcaba las 17:10 horas cuando una joven estudiante de Comunicación Corporativa Estratégica vivió una experiencia aterradora en plena clase. Repentinamente, a pocos minutos de haber iniciado una clase, la chica comenzó a sufrir convulsiones que dejaron al docente y su alumnado paralizado; y aunque con intenciones de ayudar, poco pudieron hacer más que colocar a la joven recostada de lado y dos minutos después del inicio del ataque, llamar a vigilancia y al cuerpo médico presuntamente disponible para la atención inmediata en la UAA.

A pesar de contar con la afamada Unidad Médico Didáctica y ambulancias en sus instalaciones, después de la llamada a las autoridades pertinentes, vigilancia llegó cinco minutos más tarde -la comunidad universitaria recordará que se cuenta prácticamente con un vigilante por esquina-, realmente sin mucho por hacer, mientras que un pasante médico arribó a las 17:25 horas y una camilla efectiva demoró hasta las 17:36. 26 minutos pasaron para que dentro de una institución que cuenta con un edificio completo dedicado a la atención médica, llegara a una emergencia. Con la camilla ya en el aula, la joven -con la oxigenación pertinente e inconsciente-, fue trasladada a recibir atención médica a las 17:45. 35 minutos después del inicio de las convulsiones. La demora generó gran estrés, molestia y preocupación de docente y compañeros ante la falta de eficacia y la demora de los servicios médicos universitarios.

Con ello en cuenta, lo que les resultó aún más alarmante fue la ausencia de cursos de primeros auxilios obligatorios para profesores y estudiantes. La falta de capacitación en maniobras de emergencia se revela como un hueco crítico en la preparación de la comunidad educativa ante situaciones que pueden costar vidas.

Aunque le pudo haber sucedido a cualquier docente y de cualquier departamento, es remarcable que le sucedió a uno perteneciente al Departamento de Comunicación, del Centro de Ciencias Sociales y Humanidades, quien después de colocar a la víctima en la posición más adecuada -el profesor sí tenía algo de conocimientos sobre primeros auxilios, aunque tomados por cuenta propia-, trató de comunicarse con su Jefa de Departamento para informar sobre lo sucedido, pero en más de tres llamadas, no fue atendido. Y es que, aunque insistencia telefónica de un profesor en horario escolar puede y debe ser tomada como una emergencia, jefes y jefas de departamento, algunos docentes y jefes de grupo se encontraban en una Sesión del Consejo de Representantes, por lo que la emergencia fue, aunque inconscientemente, ignorada a fin de cuentas por las autoridades de dicho departamento.

Pese a la necesidad de algunos miembros de la comunidad universitaria a señalamientos sobre directos, este hecho resalta la importancia de revisar los protocolos de atención médica y la necesidad urgente de programas de capacitación en primeros auxilios, tanto para docentes, como para el alumnado. Más allá de la imagen y títulos en la Benemérita Universidad Autónoma de Aguascalientes, la seguridad y bienestar de los estudiantes deben ser abordados con medidas que aseguren respuestas rápidas y efectivas ante emergencias, garantizando un entorno seguro para todas y todos los miembros de la comunidad estudiantil.

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